Reflexiones al Mensaje del 25 de febrero de 2009
CONFIESA TUS PECADOS
"¡Queridos hijos! En este tiempo de renuncia, oración y penitencia, los invito de nuevo: vayan a confesar sus pecados para que la gracia pueda abrir sus corazones, y permitan que ella los cambie. Conviértanse, hijitos, ábranse a Dios y a su plan para cada uno de ustedes. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!" 02/2009
El miércoles de Ceniza, también conocido como Miércoles de Limpieza empezamos la Cuaresma, la intensa temporada del año litúrgico que nos prepara para la Pascua. En su mensaje del 25 de febrero, Nuestra Señora nos hace conscientes de que la Cuaresma es tiempo de renuncia, de oración y penitencia.
El Papa Benedicto XVI en su mensaje de Cuaresma del 2009 dice: "Al comienzo de la Cuaresma, que constituye un itinerario de formación espiritual más intensa, la liturgia establece ante nosotros tres prácticas penitenciales que son muy allegadas a la tradición bíblica y cristiana - oración, limosna y ayuno - para prepararnos mejor para celebrar la Pascua, por tanto, experimentando el poder de Dios, como escucharemos en la Vigilia Pascual, "disipa todo mal, lava la culpa, devuelve la inocencia perdida, trae alegría a los dolientes, echa fuera el odio, nos trae paz y hace humilde el orgullo terrenal". (Paschal Praeconium. El Papa continúa diciendo: "Negar los alimentos, que alimenta nuestro cuerpo, alimenta una disposición interior para escuchar a Cristo y ser alimentados por Su Palabra Salvífica..... A través del ayuno y oración, le permitimos venir y satisfacer la profunda hambre que experimentamos en lo más profundo de nuestro ser: el hambre y la sed de Dios. Al mismo tiempo, el ayuno nos ayuda a abrir los ojos a la situación en la que tantos de nuestros hermanos y hermanas viven ... Es bueno ver cómo el objetivo final del ayuno es ayudar a cada uno de nosotros, como El Papa Juan Pablo II, el Siervo de Dios escribió, "para hacer un completo regalo a Dios de nosotros mismos".
El punto central del mensaje de ésta noche de Nuestra Señora es un llamado a confesar nuestros pecados, porque esta es la forma de gracia que abre nuestros corazónes y nos cambia. Jesús estableció el sacramento de la Reconciliación para todos los miembros pecadores de la Iglesia, para todos aquellos que caen en un pecado grave y pierden la gracia de Jesús. La Confesión crea una oportunidad para convertirnos y recuperar la gracia. Es por ello que los Padres de la Iglesia se han referido a la confesión como "otro consejo para la salvación después de la destrucción de la gracia".
Una sincera confesión siempre conduce a una conversión completa, cuando el significado de la conversión es un cambio total de vida, de acciónes y de creencias. Es un cambio completo. Por ejemplo, un cambio como el que ocurrió, a St. Pablo, San Agustín, San Francisco y muchos otros santos. La conversión nos lleva a negar nuestra pecaminosa forma de vida y costumbres paganas dirigiéndonos hacia una completa entrega a Dios, a su plan y sus acciones, como la Virgen nos pide que hagamos. Además de los aspectos negativos relacionados a la negación, ya que negar tales cosas como alimentos, alcohol, cigarrillos, juegos de azar y otras adicciónes, la Cuaresma tiene un lado positivo también, que es nuestra decisión de que vamos a rezar más, perdonar más, amar más a nuestros semejantes, adorar a Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar y ayudar más a otros. Incluyamos las dos partes en nuestra vida espiritual para que podamos experimentar la plenitud alegría de la Pascua.
Pbro. Danko Perutina
Medugorje 26/02/2009