Reflexiones al Mensaje del 25 de mayo de 2002
QUE VUESTRA VIDA CONMIGO SEA ALEGRIA
Queridos hijos! Hoy los invito a poner la oración en el primer lugar de vuestra vida. Oren y que la oración, hijitos, sea gozo para ustedes. Yo estoy con ustedes e intercedo por todos ustedes, y ustedes hijitos, sean portadores gozosos de mis mensajes. Que vuestra vida conmigo sea alegría. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado! 25 de mayo de 2002
Nuestra Madre María celestial camina con nosotros acompañándonos con sus palabras maternales y mensajes a través de sus apariciones, casi 21 años. Sigue nuestros pasos de vida a través del tiempo litúrgico de la Iglesia y también a través del tiempo en que vivimos. Ella, como Madre de la Iglesia Iglesia caminante camina con sus hijos. Como el antiguo Israel, también la Iglesia camina desde la esclavitud en Egipto, la esclavitud del Maligno a través del mar Rojo y del desierto de pruebas y de padecimientos hasta llegar a la Tierra Prometida. María Madre fue creyente viajera: avanzaba en su camino de fe. Avanzaba porque sabía cuidar todas las palabras y recuerdos en su corazón, como un tesoro de vida. Sobre eso, el evangelista Lucas nos dice: Su madre conservaba estas cosas en su corazón (Lc 2, 51b). A partir de esos recuerdos y de ese tesoro, hoy nos habla María Madre, quien es nuestra estrella Polar y precursora. El Papa en la Encíclica Redemptoris Mater escribe: La Iglesia, confortada por la presencia de Cristo, camina en el tiempo hacia la consumación de los siglos y va al encuentro del Señor que llega. Pero en este camino
procede recorriendo de nuevo el itinerario realizado por la Virgen María, que avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la Cruz. María, como cualquiera de nosotros, tenía su propia opinión sobre todo lo que ocurría en torno de ella y sobre la situación en que se encontraba. Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón (Lc 2, 19), y descubrió su sentido solamente cuando ocurrió la Resurrección. Ni María ni nosotros estamos eximidos del esfuerzo de meditar, de guardar y de elegir la Palabra de Dios que nos habla a través de la Sagrada Escritura y por medio de otras personas, acontecimientos y de todo lo que sucede en nosotros y en torno de nosotros.
Así como no supimos cuando Ella iba a aparecer, tampoco sabemos hasta cuando durarán sus apariciones y sus llamados maternales. A muchos les parece que estas apariciones están durando mucho tiempo. A esto, los videntes responden: Para nosotros no es mucho tiempo. No puede ser mucho el tiempo que se transcurre en presencia de la persona amada y de aquellos que uno ama. Es mucho más difícil estar con aquellos que no amamos o hacer un trabajo que no nos gusta. En 1985, los videntes le preguntaron a la Virgen: Madre, ¿por qué estás tanto tiempo con nosotros?. Ella respondió con la pregunta: ¿Acaso los he aburrido?. Desde entonces nunca más le preguntaron. El amor maternal hacia sus hijos le da fuerza para que durante tanto tiempo y de una manera perseverante hable y repita las mismas palabras, como San Pablo que escribía a los Filipenses: Mientras tanto, hermanos míos, alégrense en el Señor. A mí no me cuesta nada escribir las mismas cosas, y para ustedes es una seguridad. (Flp 3,1)
Es más seguro y fácil vivir y crecer en la propia fe, en presencia de Aquella que hoy viene y nos habla. Hoy la Madre viene a visitarnos, hoy Dios, a través de Ella, nos ama, no ayer ni mañana. Hoy puedo estar más cerca de Dios a través de la Virgen María o puedo alejarme de El. Si no crezco cada día en la propia fe, retrocedo y después el regreso a Dios se hace cada vez más difícil.
Hoy los invito a poner la oración en el primer lugar. Los signos de que Dios y la oración no están en el primer lugar en mi vida son las dificultades que se presentan cuando debo decidirme por la oración, la distracción, miles de razones y justificaciones que encuentro fácilmente y de esa forma postergo el encuentro con Dios a través de la oración. La oración es una fuente de gozo y un camino al gozo, nos lo repite la Virgen también hoy. En ese camino no estamos solos. Con Ella, por causa del Dios amado, podemos y debemos sentirnos alegres en el camino de la fe hasta el momento cuando podremos comprender nuestros padecimientos, búsquedas, cruces y alegrías de la vida.
Como dice una oración: María, la gente podrá olvidar lo que has dicho o has hecho, pero nunca olvidarán como se sintieron por tu causa. No hay razones ni dudas humanas que puedan despojarte de la experiencia de la cercanía de Dios.
Madre María, a ti te pido que tus palabras habiten en los corazones de todos aquellos que te aceptan como madre, a fin de que nos puedas conducir a Jesús, el Salvador.
Fr. Ljubo Kurtovic
Medjugorje, 26.05.2002