Reflexiones al Mensaje del 25 de mayo de 2008
OS LLAMO A LA CONVERSIÓN
"¡Queridos hijitos! En esta época de gracia, cuando Dios me ha permitido estar con ustedes, hijos míos, los llamo de nuevo a la conversión. Trabajen en la salvación del mundo de una manera especial mientras yo esté con ustedes. Dios es compasivo y da especiales gracias, por lo tanto, buscalas por medio de la oración. Estoy con ustedes y no los dejo solos. Gracias por responder a mi llamado." Mensaje del 25 de mayo del 2008
En muchos de sus mensajes Nuestra Señora nos ha recordado que el tiempo que vivimos es un tiempo de gracia. En estos 27 años, millones de gente de todo el mundo han estado viniendo a Medjugorje, a este lugar espiritual de sanación, de modo que Dios pueda curar sus corazones y almas. Hay varios ejemplos de la conversión en la biblia, por ejemplo está la conversión del “Hijo Pródigo” (Sn. Lucas 15.11-32), o aún una conversión más memorable la de Sn. Pablol (Hechos 9.1-18), junto con muchas otras. Cada conversión es un resultado de un acontecimiento o de un encuentro, pero no cualquier clase de encuentro. Estoy hablando de un encuentro con Dios. Saúl era un perseguidor de Cristianos en Jerusalén y toda Judea (Hechos 8-9). Una vez él fue hasta Damasco, a arrestar cristianos. En las puertas de la ciudad Saúl tuvo un encuentro con Dios, algo que él recordaría toda su vida. Ese encuentro lo cambió totalmente y se convirtió. Saúl, que había sido perseguidor de cristianos, después se hizo discípulo de Jesús y cambió su nombre a Paul. Algo similar sucedido a los apóstoles también. Un momento decisivo para ellos fue su primer encuentro con Jesús, lo cual dejaron todo y fueron a seguir a Jesús. Algo similar sucedio a los santos, y algo similar nos sucederá a nosotros si buscamos la voluntad de Dios en nuestra vidas por medio de la oración.
Nuestra señora nos llama de nuevo a la conversión, que en otras palabras significa, el mejorar. La mayoría de los Cristianos de hoy no han visto al Señor en Cuerpo y Carne, mientras que este encuentro es un requisito previo para un principio nuevo. Después de tal encuentro, todo cambia, la vida llega a ser diferente y mejor. Uno debe considerar, que aun después del encuentro con Dios, nuestras cruces no desaparecerán. Solamente que llegaran ser más fáciles de llevarlas. Aquellos que han tenido la experiencia de encontrarse con Dios, se han convertido en la sal, el col y la luz del mundo. Ellos se convierten en instrumentos que através del amor y la alegría de Dios, se esparce en este mundo. Todos estamos llamados a la conversión y cambiar continuamente en nuestra trayectoria como seguidores de Jesús. La conversión es un proceso de toda la vida. Nadie puede decir que se ha convertido totalmente porque siempre hay algo que debemos mejorar, sobre todo en nosotros mismos, no en otros. La conversión es siguiendo diligentemente y diariamente los pasos de Jesús, sin negociación. La conversión es una tarea permanente que abarca toda la iglesia. No es hecha por el hombre, es trabajo de Dios.
En nuestra trayectoria Dios nos ayuda y nos da especiales gracias, así como Nuestra Señora lo dice. Sin embargo estas gracias deben ser buscadas con oración. Uno debe demostrar la voluntad y el amor hacia Dios, que es bueno compasivo, según lo escrito en el capítulo 34 del libro del Éxodo: “El Señor, el Señor es compasivo y bondadoso, lento a la cólera y abundante en el amor y la fidelidad, emanando amor a millares.” (Éxodo 34 : 6-7).
Lo que debemos desechar primero cuando comenzamos a orar es cualquier clase de hipocresía. Ante Dios no debemos fingir, mentir o parecer mejor. Tenemos que ser quién realmente somos. Podremos mentir a los amigos, a los vecinos o tapar con apariencias, pero ante Dios debemos quitarnos nuestras máscaras, Él nos conoce mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos. El camino de la oración es el camino a la conversión - largo y duro, pero no nace fruto sin dolor y esfuerzo. El eslabón entre Dios y el hombre que estaba previamente quebrado se restablece con la oración.
Nuestra Señora nos anima y no nos deja solos en esta trayectoria. Ella está ante nosotros como ejemplo de la oración, por medio de el cual ella es parte de las intenciónes del Padre para incorporar al Hijo de Dios. Juntos con Nuestra Señora, la Bendita Virgen Maria, podemos también decir: “Soy esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.” (Lucas 1.38). En nuestras oraciónes, pensemos en la gente necesitada, especialmente las que han perdido sus vidas en el terremoto en China. (y en otros desatres naturales).
Padre Danko Perutina
Medjugorje 26/05/2008