Reflexiones al Mensaje del 25 de noviembre de 2007
JESUS - EL REY DE NUESTRAS VIDAS
"¡Queridos hijos! Hoy, cuando celebran a Cristo Rey de todo lo creado, deseo que El sea el Rey de sus vidas. Solamente a través de la entrega, hijitos, pueden comprender el don del sacrificio de Jesús en la cruz por cada uno de ustedes. Hijitos, dediquen tiempo a Dios para que El los transforme y los llene con Su gracia, de tal manera que ustedes sean gracia para los demás. Yo soy para ustedes, hijitos, un don de gracia de amor que proviene de Dios para este mundo sin paz. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!" Mensaje del 25 de noviembre de 2007
En su último mensaje, la Virgen nos invita a que nos decidamos en favor de Cristo Rey, Rey de todo lo creado, de modo que El pueda ser el Rey de nuestras vidas. Cristo no es rey como otros reyes que visten en carmesí y trajes, llevan coronas y desean gobernar sobre otros. Cristo Rey con su vida se diferencia totalmente de los reyes terrenales. Él los sobrepasa y excede en gran medida estableciendo el reino de la paz, del amor y del perdón. El reino de Jesús nunca ha demostrado ser peligroso ni ha sido una amenaza para nadie. Se difunde incesantemente, es una realidad, pero también al mismo tiempo un ideal al cual aspiramos. Jesús es el verdadero y auténtico Rey que vino al mundo a servir con humildad. Solamente él que sirve a otro puede ser en verdad rey, según el ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo. La humildad verdadera consiste en vernos a nosotros mismos tales como somos: que reconozcamos nuestros dones y agradezcamos a Dios por ellos, pero también reconozcamos nuestras debilidades y nos aceptemos, sabiendo que a pesar de todo Dios nos ama. Ese conocimiento nos da una gran alegría, pero al mismo tiempo nos llama a aceptar una gran responsabilidad en espíritu de servicio y humildad.
La Virgen más adelante continúa enseñándonos, y nos llama a la entrega, porque sólo así podemos comprender el don del sacrificio de Jesús en la cruz, que con todo derecho, podemos llamar una victoria del amor. Él, quien enseñó a los hombres a amarse los unos a los otros, y especialmente a los enemigos, fue consecuente con sus palabras hasta el fin: Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos (Jn 15,13). Debido a ese amor, Jesús soportó la cercanía de quien fue su traidor y por eso no reveló su identidad, El no permitió a Pedro que lo defendiera con su espada, y lo perdonó magnánimamente aun cuando él lo negó. Aquellos, que en nombre de Jesús se han dejado guiar por Su amor en su propia vida, son los que más han contribuido a la realización del Reino de Dios en la Tierra.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna (Jn 3, 16). La Virgen nos llama a comprender el don del sacrificio de Jesús en la cruz, que es el regalo más grande entre todos los regalos. En Jesús, Dios nos ha dado su corazón, toda la profundidad de su amor. Es el más hermoso y más grande regalo. Jesús nos amó hasta el extremo dándose totalmente a nosotros. Al venir a este mundo se convirtió en un regalo permanente para todos. Él vino a bendecirnos con su amor. Podemos aceptar ese regalo correctamente si nos entregamos a El totalmente, de modo que El pueda transformarnos y llenarnos con su gracia. Así transformados, podemos decir abiertamente, convertidos, también nosotros podemos ser gracia para los demás. Podemos ser ojos para los ciegos, oídos para los sordos, lengua para los mudos, brazos y piernas para los necesitados.
Jesús es el Rey del mundo y el regalo más grande. Él nos envió a Medjugorje a Su y nuestra Madre María, nuestra Virgen que es un don de gracia de amor para todos nosotros. La voz de la Virgen, la Reina de la Paz, a través de todos estos 26 años, es una llamada para que la paz reine en los corazones de los hombres, una llamada a la paz en el mundo. Que Ella, a quien Dios ha elegido de una manera especial y ha incorporado al Reino de Su Hijo, nos ayude a aceptar a Jesús como el Rey de nuestras vidas, de modo que podamos colaborar fielmente en la difusión de Su Reino de amor, de justicia y de paz.
Fr. Danko Perutina
Medjugorje, 26.11.2007