Reflexiones al Mensaje del 25 de diciembre de 2005
LES TRAIGO EN MIS BRAZOS AL NIÑO JESUS, REY DE LA PAZ
"¡Queridos hijos! También hoy les traigo en brazos al Niño Jesús, Rey de la Paz, para que los bendiga con su paz. Hijitos, hoy los invito especialmente a ser mis portadores de paz en este mundo sin paz. Dios los bendecirá. Hijitos, no lo olviden: yo soy su Madre. A todos los bendigo con una bendición especial, con el Niño Jesús en mis brazos. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!" Mensaje del 25 de diciembre de 2005
También hoy la Bienaventurada Virgen María, en sus brazos y en su corazón, nos trae y nos dona a Jesús, Rey de la Paz. Ella lo está haciendo a través de toda la historia desde que Jesús fue concebido en su seno. Santa Isabel fue la primera que tuvo el privilegio de encontrar a María, la llena de gracia, que trae y dona a Jesús. María desea traer y conducir a todos a Jesús. Ella no se apropia de Jesús porque sabe que El le fue regalado. María sabe que Jesús es un regalo de Dios, no sólo para Ella, sino para toda la humanidad. El sentido de la vida es no sólo dar cosas sino dar la vida. Por eso Ella nos enseña: Queridos hijos, su vida no es suya sino un regalo de Dios con el que deben alegrar a los demás.’
Sólo el hombre es capaz de reconocer y recibir a Dios. Únicamente el hombre es el ser que puede aceptar la medida del amor de Dios y amar de un modo digno de Dios. Jesús vino del Cielo para salvarnos. Lo que lo impulsó a bajar del Cielo por nosotros, fue el amor, sólo el amor. Dios es amor, y todo lo que hace, lo hace por amor.
La Virgen María se aparece y nos llama, a sus hijos, durante tantos años solamente porque nos ama. Y nuestra respuesta a sus llamados y mensajes debería ser solamente el amor. Con ayuda de María, también nosotros podemos crecer en santidad y ser aquellos que podrán llevar a Jesús a otros. El Jesús que recibimos en la Santa Comunión es el Jesús que María recibió y que nos dona.
María creyó íntegramente que se cumpliría todo lo que se le había dicho acerca del Señor. También hoy, Ella cree que Dios desea y puede cumplir en nuestras vidas sus obras de paz y de amor. Ella experimentó en su vida la omnipotencia del amor de Dios, que gobierna y conduce la historia de la humanidad y a cada corazón que se abre a El. María es quien mejor conoce a Jesús porque creció en su seno inmaculado, bajo su corazón, y porque además lo acompañó con su amor solícito hasta el Calvario. Por eso, estamos seguros de que llegaremos a Jesús si escuchamos y seguimos sus palabras maternales que no obligan sino atraen con el amor. Ella ha venido aquí por nosotros. No hemos llamado nosotros a María sino que ha sido Ella quien ha venido a llamarnos. Ella fue sola a visitar a su Prima Isabel, cuando sintió que estaba abrazada por la gracia, estaba llena de Jesús. También hoy está llena de Jesús, a quien nos trae y nos dona. María recibe todo de Jesús, el Rey de la Paz, y nos regala todo lo que es de Jesús.
En muchos de sus mensajes, María nos llama a la oración por la paz. El mundo ansía la paz pero es incapaz de realizar las condiciones para la paz. Es inimaginable la felicidad humana sin la paz del corazón. La paz origina una profunda seguridad. La paz es un profundo anhelo del corazón humano que el hombre no puede realizar sin Dios. Esperar la paz del mundo, del poder y de las fuerzas humanas, significa aceptar el camino del engaño y de la decepción.
María nunca ha engañado ni decepcionado a nadie. Nunca se ha sabido que haya abandonado a quienes han recurrido a su ayuda y protección. Oremos a María y abrámonos a su corazón a fin de poder profundamente experimentar y llevar la paz a todos los que nos rodean.
Fr. Ljubo Kurtovic
Medjugorje, 26.12.2005